La Primera Guerra Mundial es famosamente conocida como una guerra de trincheras. En ellas, la falta de higiene y saneamiento provocó unas condiciones de vida muy duras en las que las enfermedades se propagaron con intensidad. Una de las más peligrosas fue la disentería que acabó matando a cientos de miles de personas en ambos bandos.
Sin embargo, la disentería también estuvo presente durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando el ejército alemán ocupó el norte de África muchos soldados sufrieron terriblemente de disentería que no afectaba a los residentes de la zona.
Los alemanes descubrieron que, en cuanto notaban los primeros síntomas de disentería, los lugareños seguían a un camello y recogían sus heces en cuanto caían. Luego se la comían. Según ellos, curaba la disentería, pero sólo si era fresca. El secreto estaba en las bacterias beneficiosas (Bacillus subtilis) del estiércol de camello, que facilitaban la digestión y desplazaban a las bacterias patógenas…
Los soldados alemanes no estaban teniendo mucha suerte en la guerra del norte de África. Los Aliados estaban ganando terreno. Además, los soldados aliados sabían que a los alemanes les gustaba atropellar “mierdas” de camello, así que empezaron a plantar minas terrestres que parecían estiércol animal. Cuando los alemanes se dieron cuenta, dejaron de pasar sobre estiércol fresco. Sin embargo, obsesionados con su pequeña superstición, volvían a pasar por encima de cualquiera que tuviera huellas de tanques o neumáticos. Los aliados hicieron un apaño rápido y empezaron a fabricar minas de heces de camello con huellas encima…
A eso se sumó un grave brote de disentería. Los soldados nazis morían por centenares sólo de disentería severa sin la ayuda de minas terrestres con señuelos de estiércol o heridas de combate. El ejército alemán estaba tan fuera de sí intentando averiguar qué hacer que enviaron en avión al cuerpo médico nazi para intentar atajar el inquietante brote.
Cuando llegó el grupo de diversos tipos de científicos y médicos, se pusieron manos a la obra para intentar averiguar cómo curar a los sufridos soldados. No había antibióticos que curasen, así que tuvieron que encontrar otra forma. Observando que los lugareños no enfermaban tan gravemente, prestaron mucha atención a sus comportamientos cuando enfermaban.
Imagínense su sorpresa cuando vieron a los enfermos siguiendo a los camellos. Debió de ser desconcertante, sobre todo cuando se agachaban para coger una las heces frescas de camello y se la comían a bocados.
No tenían dudas de que era eficaz. En todos los casos, al día siguiente la salud estaba restablecida. Los científicos interrogaron a los árabes, pero no entendían qué era lo que funcionaba para curar la disentería. Los camellos no eran alimentados con ninguna hierba o planta especial que los alemanes pudieran utilizar en su lugar sin el acompañamiento fecal. Los árabes respondieron que sólo hacían lo que les habían enseñado durante generaciones y que la única regla era que tenía que estar caliente y fresco, o no funcionaría.
Siendo tan fastidiosos como perfectos arios, los científicos nazis decidieron identificar qué había en el estiércol de camello responsable de la cura para poder extraerlo y tomarlo de forma menos sucia. Este descubrimiento sigue siendo importante hoy en día para la ciencia y la medicina. Lo que descubrieron fue el Bacillus subtilis - un organismo bacteriano que se come cualquier otra bacteria o virus que se interponga en su camino, en particular cualquiera de la variedad patógena.
En lo inmediato -al carecer de grandes recursos- cultivaron la bacteria de la caca de camello y prepararon un caldo con ella en grandes cubas con el que dosificaron a las tropas moribundas. Más tarde, descubrieron cómo secarla y ponerla en forma de cápsulas para evitar que los futuros soldados tuvieran que comer sopa de caca.
Investigaciones posteriores
El Bacillus subtilis es actualmente un probiótico comercial que mantiene el buen funcionamiento del sistema digestivo. Así que los científicos decidieron comprobar si esto era posible. ¿Puede el consumo de heces de camello tratar la disentería?
Los investigadores encontraron cantidades muy bajas de Bacillus subtilis en las heces de camello. Dichas cantidades no son suficientes para tratar la disentería, por lo que hay muchas incógnitas sobre la historia que acabamos de tratar.