Puede que Madrid sea conocida por sus galerías de arte de primera clase y su cultura gastronómica de tapas, sin embargo, hay una vista no tan popular, pero que también es muy interesante. Se encuentra en las profundidades del suelo, en una de las infraestructuras más importantes de la ciudad: el Metro.
El 17 de octubre de 1919, el rey Alfonso XIII inauguró la Línea 1 del Metro de Madrid entre Puerta del Sol y Cuatro Caminos con un recorrido subterráneo de 3,48 kilómetros y ocho estaciones, dando el pistoletazo de salida a una nueva era del transporte público. Sin embargo, en la actualidad la Línea 1 de Metro solo tiene 7 paradas entre esas dos estaciones.
La parada que falta está entre las estaciones de Bilbao e Iglesia. Si nos fijamos, la oscuridad entre las dos estaciones se ve rápidamente interrumpida por las luces doradas que iluminan un antiguo andén. Es un momento en el que no te das cuenta, pero en realidad se trata de la estación fantasma de Madrid, Chamberí.
La estación de Chamberí, situada al norte del centro de Madrid, fue una de las ocho estaciones que conformaron la primera línea de metro de la ciudad. La estación de metro, como las demás de la línea 1, fue diseñada por el arquitecto Antonio Palacios.
Ante el incremento de pasajeros, en los años 60, el Metro de Madrid decidió ampliar los andenes de la estación para permitir que los trenes fueran más largos y tuvieran más pasajeros. Los andenes se alargaron de 60 metros a 90 metros, pero hubo un problema con Chamberí. Debido a su proximidad con las estaciones cercanas de Bilbao e Iglesia, no era posible ampliar el andén, por lo que en 1966 se tomó la decisión de cerrar la estación.
La estación permaneció inutilizada durante más de 40 años, pero el hecho de que su entrada estuviera tapiada hizo que se conservaran sus características originales. Durante décadas, el único vestigio de la estación de Chamberí fue el desconcertante destello de su andén cuando el tren avanzaba a toda velocidad por la línea 1; los vecinos sabían que la estación había existido, pero no tenían ni idea de dónde había quedado su entrada.
En 2006 se decidió restaurar la antigua estación como museo, y en 2008 se inauguró como Andén 0. Uno de los aspectos más destacados del museo son los anuncios que bordeaban el andén, hechos con mosaicos y que anunciaban desde el café La Estrella hasta los relojes Longines y la perfumería Gal. También hay taquillas originales, torniquetes, andenes, mapas y vídeos que recogen la construcción del metro.
La entrada a la antigua estación de metro es gratuita y está abierta al público de jueves a domingo. Es un lugar estupendo para descubrir otra cara de la historia de la ciudad, cuyo metro es hoy el séptimo más largo del mundo y el que más escaleras mecánicas tiene (la friolera de 1.698).