El 17 de octubre de 1919, el rey Alfonso XIII inauguró la Línea 1 del Metro de Madrid entre Puerta del Sol y Cuatro Caminos con un recorrido subterráneo de 3,48 kilómetros y ocho estaciones, dando el pistoletazo de salida a una nueva era del transporte público.
Antiguamente en toda Europa se circulaba por la izquierda, era la época de los carros y carruajes. El cochero llevaba las riendas con la mano izquierda, y dejaba la mano derecha para el látigo; si circulaba por el lado derecho el látigo podía golpear a los peatones. Así que se estableció que los carruajes circulasen por la izquierda para que el látigo quedase en el centro de la calzada.
La revolución francesa, 1789, cambió en la Europa continental la circulación a la derecha. El pueblo llano no tenía coches de caballos y circulaba por la derecha. Tras la toma de la Bastilla, los aristócratas tenían que disimular, para pasar desapercibidos y evitar la muerte, y comenzaron a circular por la derecha. En el decreto de 1794 se definió oficialmente la circulación por la derecha. Al mismo tiempo también se tomaron las mismas medidas en otros países. Salvo en Reino Unido.
A partir de 1800, cuando se comenzaron a dictar las normas de circulación de vehículos para ordenar las ciudades ante el auge de la revolución industrial. Los británicos trataron de imponer su criterio y todas sus colonias fueron adheridas a sus normas. En Japón, aunque no era colonia británica, también se quedó con la circulación por la izquierda.
En España se especificó el sentido actual de circulación por la derecha en 1924, cuando el Metro de Madrid ya estaba construido y suponía un gasto excesivo modificar la marcha de los trenes. Además, España compraba vagones a Reino Unido.
Las líneas más modernas de Metro Ligero, un sistema separado de Metro, sí circulan por la derecha.