Pittsburgh (Pensilvania), la “Ciudad de los Puentes”, tiene 446 puentes que conectan a sus habitantes. Mucho antes de que los majestuosos puentes se elevaran sobre los Tres Ríos, los primeros colonos europeos llegaron al lugar en el siglo XVIII, encontrando todo un reto viajar por la región de innumerables arroyos y laderas.
Pittsburgh está situada en la confluencia de los ríos Allegheny y Monongahela, que se unen en el río Ohio en el distrito de negocios, también conocido como el “Triángulo de Oro”. Convirtiendo las zonas boscosas en parques y salvando las colinas y valles con puentes, la ciudad es hoy el centro de un complejo industrial urbano, a la vez que lleno de salidas naturales.
Hoy, la topografía de la ciudad es mundialmente conocida por ser la que más puentes tiene, con tres más que Venecia.
Historia de Pittsburgh
Pittsburgh se sitúa en un lo que antiguamente era un terreno desnudo y accidentado de profundos valles, arroyos y ríos.
El lugar fue ocupado inicialmente por los pueblos de habla algonquina e iroquesa en una región plagada de conflictos entre británicos y franceses por reivindicaciones territoriales.
Tras la expulsión de los franceses por el general John Forbes y sus ejércitos de Fort Duquesne en 1758, el lugar se convirtió en Fort Pitt en 1761. Llamado así en honor del estadista británico William Pitt el Viejo, el nuevo fuerte aseguró el dominio británico en el nacimiento del río Ohio.
Tras la derrota de las fuerzas nativas americanas en 1763, empezaron a llegar más colonos británicos a la zona. Un acuerdo entre los nativos y la familia Penn puso fin a una disputa fronteriza entre Pensilvania y Virginia. El trazado de Pittsburgh fue establecido en torno al fuerte (actual Triángulo de Oro) por John Campbell en 1764. Tras la Revolución Americana, sirvió de parada para los colonos que viajaban hacia el oeste a través del río Ohio. George Anschutz erigió el alto horno a finales del siglo XVIII, convirtiendo a la ciudad en precursora de la industria siderúrgica del siglo siguiente.
Demostrando ser el pilar económico de la ciudad, Pittsburgh era conocida como la “Ciudad del Hierro” en 1850. Su ubicación estratégica, junto con sus recursos naturales, convirtió a la ciudad en la meca comercial e industrial del siglo XIX, estimulando un mayor crecimiento y desarrollo.
Golpeada por una tragedia en 1845, unas 24 manzanas de comercios, casas, iglesias y más edificios quedaron destruidos en un incendio.
Con una población de 321.616 habitantes a finales de siglo y un crecimiento constante hasta la Segunda Guerra Mundial, la guerra benefició a la economía de la “Ciudad del Acero”, pero tuvo el coste de convertir a Pittsburgh en el epítome de la ciudad industrial sucia y contaminada.
La población de 675.000 habitantes en 1950 se redujo a casi la mitad a finales de siglo, con una composición étnica principal de descendientes de europeos y una cuarta parte de afroamericanos. Un amplio programa de reurbanización frenó la contaminación por humos, estableció la prevención de inundaciones y la eliminación de aguas residuales, además de convertir a Pittsburgh en la primera ciudad del país en generar electricidad de origen nuclear en 1957. Sin embargo, debido a la competencia extranjera y a la disminución de la demanda, la industria siderúrgica prácticamente desapareció a principios de los años 80, provocando el drástico hundimiento por desempleo de muchas ciudades de los alrededores. Los laboratorios de investigación industrial y el sector servicios también crecieron gracias a la demanda, mientras Pittsburgh se consolidaba como el mayor puerto interior del país, que sigue siendo líder en transporte.
Los puentes
Durante el siglo XX se llevó a cabo una campaña masiva de carreteras y puentes para satisfacer las necesidades de la floreciente población de la región. El desarrollo del sistema de autopistas interestatales consistió principalmente en puentes de acero de diversos diseños, como los colgantes, en voladizo y en arco. Los cientos de puentes de Pittsburgh conectan residentes, barrios y otras zonas, a la vez que añaden un toque único al reconocible y bello perfil de la ciudad.
El primer puente que cruzó alguno de los tres ríos de la zona de Pittsburgh fue el puente de madera Monongahela, construido en 1818. Destruido por el Gran Incendio de 1845 en menos de diez minutos, fue sustituido por un nuevo puente colgante de cable metálico diseñado por John Roebling, el diseñador del futuro puente de Brooklyn. El peso adicional derivado del aumento del tráfico creó una situación precaria para su resistencia, lo que provocó el cierre y la sustitución del puente por el Smithfield Street Bridge.
Se construyó en 1894 y en la actualidad es el puente de cerchas pasantes más antiguo de Estados Unidos, pero ha sufrido muchos cambios cósmicos y estéticos desde entonces. Los portales con arcos, diseñados por el arquitecto de la ciudad, Stanley L. Roush, tardaron muchos años en realizarse e incorporarse a la mitad original aguas abajo en 1915.
En 1934 el suelo de hierro forjado se sustituyó por aluminio, lo que aligeró notablemente el peso muerto, además de sustituirse sus barandillas de hierro por otras lisas de aluminio hueco.
El Monongahela Connecting Railroad Bridge, también conocido como Hot Metal Bridge, se erigió el 27 de abril de 1887 sobre el río Monongahela, entre los altos hornos y Mill. Jones & Laughlin.
Servía principalmente para transportar hierro fundido desde los hornos Eliza de Jones & Laughlin Steel Corporations hasta los convertidores Bessemer y los hornos abiertos de las fábricas del lado sur de Jones & Laughlin, al otro lado del río.
Establecidos por ordenanza, el dorado y el negro se convirtieron en los colores oficiales de Pittsburgh en 1899, y varios puentes del centro de la ciudad fueron pintados de esta manera tan particular.