Para muchas personas, lo peor de perder a un ser querido es el hecho de no volver a verlo. Una vez enterrados, ahí acaba todo. La persona se ha ido para siempre, y la única forma de verla es en fotos y en nuestros recuerdos. Sin embargo, la muerte no es igual en todas las culturas. En este caso vamos a hablar del ritual de muerte Ma’nene practicado por el pueblo Torajan de la isla de Sulawesi, Indonesia.
Ma’nene
Ma’nene se traduciría como la ceremonia de limpieza de cadáveres. Y, al contrario de lo que otros podrían pensar, es en realidad una celebración de la vida y un fortalecimiento de sus vínculos con los muertos.
Cada tres años, desde hace más de 900, los habitantes de la aldea de Lembang Paton desentierran los cuerpos momificados de sus seres queridos para limpiarlos, vestirlos con ropa nueva y volver a enterrarlos. La ceremonia, celebrada por todas las familias del pueblo, es un elemento clave de su sistema de creencias, que combina conceptos cristianos e indígenas.
La idea que subyace es que la muerte no es el final de la vida de una persona, sino un paso más (uno muy importante) en una vida larga y espiritual. Por esta razón, hay que cuidar todos los detalles de la muerte, el entierro y la vida después de la muerte, y los familiares no escatiman en gastos para cumplir con sus obligaciones. Las ceremonias resultantes son tan fastuosas y complejas que acuden turistas de todo el mundo para presenciarlas.
Como habrás adivinado, un funeral torajano, llamado Rambu Solo, no es barato. De hecho, son tan caros (un funeral medio cuesta a la familia decenas de miles de dólares), que la mayoría de las veces, la familia prefiere mantener el cuerpo del familiar fallecido en la casa hasta que pueda permitirse una ceremonia adecuada. Este periodo de espera puede durar semanas e incluso meses, por lo que la familia mantiene el cuerpo envuelto como una momia en una habitación especial, alimentándolo y cuidándolo, como si la persona estuviera simplemente “enferma”.
Cuando hay suficiente dinero ahorrado, la familia sigue adelante con el funeral, entierran el cuerpo en la misma parcela de la casa y no vuelven a ver a su ser querido hasta la siguiente ceremonia ma’nene.
Cada tres años, los líderes de la aldea cantan durante los días previos a las exhumaciones, y luego, cada momia es desenterrada por los respectivos miembros de la familia, para que puedan ser cepilladas, limpiadas y vestidas con ropa nueva. También se retocan los ataúdes, se reparan y a veces se sustituyen por completo para ralentizar el proceso de descomposición.
Esta parte de la ceremonia es quizá la más emotiva, porque vemos a los familiares vivos interactuar con sus seres queridos, hacerse fotos con ellos y disfrutar de la oportunidad de “verlos” una vez más. Tanto si el ser querido sólo lleva un año muerto como si ya lleva décadas, es sin duda un momento especial para todos los que les echan de menos. Después de vestir los cuerpos con sus nuevas ropas, se vuelven a enterrar durante otros tres años hasta la siguiente ceremonia.