Cada año, millones de personas se acercan a visitar la maravilla natural de las Cataratas del Iguazú situadas entre Argentina y Brasil. Toda la zona cuenta con 275 cascadas distintas, además de grandes islas, y es una de las mayores cataratas del mundo.
El Parque Nacional de Iguazú está formado por dos parques nacionales, uno en Foz de Iguazú (Brasil) y otro en Puerto Iguazú (Argentina). Lo curioso es que, aunque sólo se vean las cataratas como principal atracción, el parque tiene una extensión de 252.982 hectáreas (67.720 en el lado argentino y 185.262 en el brasileño).
La UNESCO las declaró Patrimonio de la Humanidad en 1984, y las reafirmó como Valor Universal Excepcional (su cultura y naturaleza es tan importante que su conservación debe ser de interés mundial) en 2013.
Basta con ver fotos y vídeos para asombrarse de su belleza. Pero no se trata sólo de turismo: el Parque Nacional de Iguazú alberga muchas especies de animales y flora que crean un importante ecosistema natural conectado con toda América Latina.
Cada visitante que acude a las cataratas del Iguazú colabora para continuar con la labor de conservación de la zona. Y obviamente, las Cataratas del Iguazú han permitido el desarrollo de las economías locales, haciendo que la ciudad de Puerto Iguazú y Foz de Iguazú crezcan y mejoren la calidad de vida de sus habitantes.
La Garganta del Diablo
Entre los saltos conocidos como Cataratas del Iguazú, la Garganta del Diablo es el más grande. Cae a más de 80 metros en una piscina de color blanco cremoso que no se distingue por la niebla permanente que se forma gracias al potente caudal de agua. La cortina contiene 14 saltos en total y tiene forma de herradura.
Se encuentra en el lado argentino y necesitaremos tomar una pasarela de 1.600 metros que nos llevará a solo 50 metros de las inmensas cascadas. Es un puente seguro, tranquilo y llano, al que también se puede acceder en silla de ruedas. La plataforma del final ofrece unas vistas increíbles de las cataratas.
El mejor momento para ver la Garganta del Diablo es por la tarde. El sol se eleva por encima de las cataratas, ofreciendo a los espectadores las mejores imágenes de la Garganta del Diablo. Las vistas de la mañana probablemente se verán obstruidas por el resplandor del sol.
Historia
Un conquistador español fue el primer europeo que vio las cataratas. En 1541, Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró la región que hoy conocemos como Argentina. Durante esa exploración, vio y escribió sobre las cataratas del Iguazú. Este descubrimiento hizo que una de las cataratas del lado argentino de la maravilla natural recibiera el nombre del explorador. Siglos más tarde, a finales del siglo XIX, un explorador conocido como Boselli también vio y escribió sobre las cataratas; hoy otra de ellas lleva su nombre. A pesar de estos nombres europeos, Iguazú significa “agua grande” en la lengua indígena tupí o guaraní.
Los gobiernos de Argentina y Brasil han reconocido la enorme fuente de energía de las impresionantes cataratas, y han aprovechado la fuerza del agua para crear energía eléctrica para ambos países. Las cataratas generan el 40% de la electricidad que consumen los países a través de esta central hidroeléctrica natural.
Fauna
Hay una especie de pájaro que construye sus nidos detrás de las aguas caudalosas de las cataratas del Iguazú (dentro de las cataratas).
Si tienes suerte, cuando las visites, podrás ver a los vencejos morenos salir en picado a través del agua. Estos pájaros son bastante grandes, con cabezas plateadas y cuerpos de plumas oscuras, de color marrón grisáceo.
Se aferran a las rocas expuestas en las cataratas cuando no están volando o posados en sus nidos.