El 9 de mayo de cada año, los europeos celebran el Día de Europa, una fecha conmemorativa que sirve para honrar el punto de partida de la integración política y económica del continente y la paz alcanzada como resultado de décadas de esfuerzo colectivo.
La fecha se remonta a 1950, cuando Robert Schuman, entonces Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, hizo una declaración histórica en la que proponía que Francia y Alemania -dos naciones con una larga y sangrienta historia- pusieran en común la producción de carbón y acero. Con ello, Schuman quería acelerar la modernización de los dos países tras la devastación económica y la carnicería humana resultantes de la Segunda Guerra Mundial y evitar una posible carrera de competencia desleal.
Al hacer tan dependientes estas industrias críticas, el ministro francés tenía un objetivo mayor: hacer impracticable una nueva guerra.
“La solidaridad en la producción así establecida hará que cualquier guerra entre Francia y Alemania sea no sólo impensable, sino también materialmente imposible”, dijo Schuman al leer su declaración en la Sala del Reloj del Quai d’Orsay de París el 9 de mayo de 1950. La iniciativa de Schuman tuvo éxito. El Canciller de Alemania Occidental, Konrad Adenauer, dijo sí casi al instante.
Schuman dejó la puerta abierta para que otros países se sumaran a la causa y lograran una Europa auténticamente unida, una ambición perseguida durante el periodo de entreguerras que se vino abajo bajo el peso de los intereses nacionales.
Un año después, el 18 de abril de 1951, representantes de Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo firmaron el Tratado de París y crearon la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), una organización pionera basada en el principio del supranacionalismo.
En el marco de la CECA, los Estados nacionales empezaron a poner en común sus poderes soberanos, celosamente guardados, y a transferirlos a una serie de instituciones europeas: una Alta Autoridad independiente, una Asamblea Común de parlamentarios nacionales, un Consejo Especial de ministros nacionales y un Tribunal de Justicia. Jean Monnet, estrecho colaborador de Schuman y hoy considerado el cerebro de la histórica declaración, fue nombrado primer Presidente de la Alta Autoridad.
Los beneficios económicos de la CECA, como el mercado libre de impuestos y los controles aduaneros del carbón y el acero, convencieron a los Estados miembros para ir más allá e incluir más sectores y ámbitos políticos bajo el mandato supranacional.
La CECA evolucionó progresivamente, convirtiéndose primero en la Comunidad Económica Europea y más tarde en la Unión Europea.
La constante evolución del proyecto político, como nunca había visto la humanidad, cimentó el estatus de la Declaración Schuman como verdadera génesis de la integración europea.
Reunidos en Milán en 1985, los Jefes de Estado y de Gobierno decidieron designar oficialmente el 9 de mayo como Día de Europa para celebrar la paz y la unidad del continente.
La ocasión se ha convertido en uno de los principales símbolos de la Unión Europea, junto con la bandera de doce estrellas, el lema “In varietate concordia” - “unidos en la diversidad”- y el himno, basado en el “Himno a la Alegría” de Beethoven. El Tratado por el que se establece una Constitución para Europa de 2004 pretendía convertir los símbolos en emblemas oficiales, pero la disposición se abandonó tras fracasar el proceso de ratificación.
Además de la integración europea, el 9 de mayo se celebra en otras partes de Europa por otro motivo: la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi en 1945. El Día de la Victoria es hoy día festivo en países como Rusia, Bielorrusia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán e Israel. En Moldavia, la facción pro-UE tiende a celebrar en su lugar el Día de Europa. En el resto de Europa, el Día de la Victoria se celebra un día antes, el 8 de mayo.
Sin embargo, la razón por la que las dos partes del continente celebran la misma fiesta en dos fechas diferentes radica en el hecho de que la Alemania nazi firmó su segunda y definitiva rendición formal a finales del 8 de mayo de 1945, cuando en Moscú ya era 9 de mayo.